Esta práctica, ideada por H. Noguchi al principio del siglo pasado, es muy simple.
Básicamente consiste en permitir el movimiento espontáneo de nuestra CVP y prestarle atención.
Podemos realizar unos gestos preparatorios para facilitarla; también se puede entrar en ella directamente, sin realizarlos. Lo sustancial es crear en nuestra mente un espacio para lo ya mencionado:
Prestar atención al movimiento espontáneo de nuestra CVP.